La elección del material para la construcción de una guitarra es sin duda una elección muy importante y determinante para el volumen y timbre final de la guitarra. En la guitarra clásica y en la guitarra flamenca siempre se han diferenciado tipos de maderas más o menos óptimas para conformar las diferentes partes de la caja de resonancia. Para la tapa armónica usualmente se han preferido maderas blandas y para los laterales y el fondo maderas duras.
De las partes que conforman la caja de resonancia de un instrumento, la tapa armónica es considerada como la parte más importante, por su importancia en la cadena de generación del sonido. La calidad de una tapa armónica, sus características y propiedades mecánicas pueden crear grandes diferencias entre el sonido final producido por dos guitarras de diseño y elaboración idénticas.
Las propiedades y características de una tapa no solo dependen del tipo de madera, ni tan solo del árbol del que proceda. Las maderas procedentes de un mismo árbol presentan características diferentes dependiendo de la parte del árbol de la que proceden. Incluso en maderas de arboles pertenecientes a la misma zona y con crecimientos muy parecidos, se derivan tapas de propiedades diferentes.
Para la tapa armónica usualmente se han preferido maderas blandas y para los laterales y el fondo maderas duras.
Al elaborar dos tapas con el mismo tipo de madera, con los mismos grosores, y con las mismas barras armónicas (o abanico) podríamos obtener tapas de calidades muy distintas. Esta diferencia tiene su explicación en el hecho que dos tablones para una tapa armónica de la misma madera tienen características acústicas diferentes, en función de su estructura interna, de la antigüedad del árbol, de la antigüedad desde que fue cortado el tablón y del tipo de corte. Incluso dos tablones cortados en la misma fecha y pertenecientes al mismo árbol dispondrían de cortes diferentes, y por tanto, sus vetas estarán dispuestas de maneras distintas y sus características acústicas diferirán una a otra.
El tiempo desde que un tablón es cortado hasta su utilización se denomina proceso de estacionamiento y consiste en la cristalización de la estructura celular de la madera, su pérdida de agua, lo que mejora substancialmente sus capacidades acústicas.
De las partes que conforman la caja de resonancia de un instrumento, la tapa armónica es considerada como la parte más importante, por su importancia en la cadena de generación del sonido.
Todas estas características hacen de la elección de maderas para una tapa armónica una tarea complicada, y es en este punto donde juega un papel fundamental el propio criterio del luthier o artesano. Dependiendo del sonido y las características esperadas del instrumento se elegirá una madera, con unas características u otras. Un tablero con una veta más vertical, más delgada y uniforme, o bien más anchas caracterizan el sonido del instrumento de maneras distintas.
Como el veteado de la madera influye tanto en el sonido final, y para proporcionarle a la madera un corte óptimo, se efectúa un tipo de corte al tronco radial, como si los tableros cortados fueran las hojas de un mismo libro, obteniendo así un veteado más uniforme.
Obviamente, también hay más aspectos que afectan al sonido de la tapa como podrían ser la humedad relativa absorbida por la madera o la disposición de las barras armónicas y su abanico.
Incluso en maderas de arboles pertenecientes a la misma zona y con crecimientos muy parecidos, se derivan tapas de propiedades diferentes.
Entre las principales maderas para la elaboración de una tapa armónica, podemos encontrar el pino abeto alemán, con una densidad de entre 450 / 500 kg/m3 y un color blanquecino. El abeto alemán es la madera que tradicionalmente ha sido elegida para la construcción de las guitarras clásicas en Europa.
También podemos encontrar maderas como el cedro de Canadá, con una densidad de 350 / 450 kg/m3 y color marrón. Una tapa de cedro tiene, una vez construida, una evolución más rápida que el abeto pero menos extensa. Se caracteriza por su riqueza en el timbre y claridad de su sonido.
Como dijimos al inicio, al contrario que en las tapas, para los aros y el fondo de la caja de resonancia son propicias las maderas duras. Con la evolución de la guitarra sus grosores fueron disminuyendo y se fue descubriendo que este tipo de maderas duras favorecía la reflexión de las ondas sonoras en el interior de su caja de resonancia.
Con el desarrollo industrial las relaciones comerciales con Oriente y América propició el descubrimiento de nuevos tipos de maderas exóticas y tropicales con las que se pudo ensayar para el desarrollo del cuerpo de la guitarra.
El tiempo desde que un tablón es cortado hasta su utilización se denomina proceso de estacionamiento y consiste en la cristalización de la estructura celular de la madera, su pérdida de agua, lo que mejora substancialmente sus capacidades acústicas.
De entre las maderas más usuales para la elaboración de los aros y el fondo de la guitarra podemos encontrar ciprés, arce o los distintos tipos de palosanto.
El palosanto de Río (dalbergia nigra) tiene una densidad de 750 / 850 kg/m3 (este dato es muy variable) idónea para formar parte de una caja de resonancia, debido a su clara resonancia. Es la madera más solicitada para la construcción de guitarras y es una especie protegida (en el apéndice I del tratado CITES) lo cual aumenta aún más su valor, no solo económico, si no de prestigio para el instrumento.
Hay que tener en cuenta que esta especial protección no solo se produce en el caso del palosanto de río, todos los árboles de madera densa son de crecimiento lento y por lo tanto la producción de los mismos es escasa. De hecho, desde día 2/1/2017 todas las maderas de la familia Dalbergia (la mayoría de los palosantos pertenecen a esta familia botánica) se han incluido en el apéndice II del tratado CITES.
El palosanto de India (dalbergia latifolia) es una madera de densidad parecida pero ligeramente menos densa que el palosanto de río, dispone de una densidad de 600 / 800 kg/m3 (este dato es muy variable) de color marrón o marrón oscuro, es más estable y más accesible que el palosanto de río lo cual lo convierte en una madera más económica y en un buen sustituto de su pariente de Brasil, aunque también se suelen usar otros Palosantos como substitutos, como el Palosanto de Madagascar (dalbergia baronii), el Palosanto de Honduras (dalbergia stevensonii)….
Por último, hablaremos del ciprés que es una madera bastante menos densa que las anteriores 400 / 550 kg/m3 y es un material fácil de trabajar, con un olor que por norma general agrada a todo aquel que lo trabaja, de color amarillento. Esta madera es la madera más usada para los aros y el fondo de la guitarras flamencas.
Las descripciones anteriores tan solo son las descripciones de las maderas más utilizadas en la construcción de guitarras clásicas y flamencas, pero son muchas las maderas con propiedades acústicas adecuadas para conformar las partes de una caja de resonancia, como el Padouk o coral, el granadillo africano o americano, el palorosa, etc… Sea cual sea la madera elegida, es fundamental que la madera sea maciza en lugar de maderas laminadas u otros compuestos, ya que con la utilización de unas en lugar de otras las guitarras se presentan diferencias considerables en cuanto a su sonido final.
Las maderas seleccionadas deben además de proporcionar un buen sonido proporcionar cierta estabilidad al instrumento. La elección de esta, su diseño y los grosores de la guitarra deben procurar que el instrumento no se deforme ni se deteriore con el paso del tiempo, procurar que el instrumento mantenga su rectitud estructural y minimizar los efectos producidos por los diferentes factores climáticos como la humedad relativa y sus cambios.
Con la evolución de la guitarra sus grosores fueron disminuyendo y se fue descubriendo que este tipo de maderas duras favorecía la reflexión de las ondas sonoras en el interior de su caja de resonancia.
Respecto al material para el resto de elementos de la guitarra, el mástil por norma general se elabora con cedro de Honduras o caoba debido a que estos son más estables que el resto y por lo tanto aguantan mejor la rectitud del mástil.
El diapasón, situado en la parte superior del mástil, suele ser de ébano y su resistencia al desgaste lo hace óptimo para soportar la continua interacción que sobre él produce la mano izquierda del guitarrista y las cuerdas. Su densidad es muy elevada 900 / 1100 kg/m3.