Independientemente de que seas guitarrista o no, alguna vez te habrás planteado porqué la mayoría de guitarristas prefieren tocar guitarras antiguas. Ves a guitarristas famosos tocando guitarras con muchos, muchos años, gente que con todo el dinero que tienen se podrían permitir comprarse 50 guitarras nuevas, y piensas ¿por qué conducir un coche de 20 años si puedes permitirte comprar el último modelo, que viene con integración de Siri, Google Maps y una cuenta premium de Spotify?
Y la respuesta es precisamente esa, porqué una guitarra no tiene nada que ver con un coche. A parte de que un guitarrista pueda familiarizarse, acostumbrarse o coger cierto apego a su guitarra (lo cual es normal después de pasar tantas horas con ella) hay otra razón fundamental: las maderas de la guitarra, con el paso del tiempo suenan mejor, por lo que al contrario que con los coches, las guitarras mejoran con el tiempo y se revaloran con el paso de los años.
¿Qué le pasa a la madera cuando envejece?
La madera es principalmente celulosa, hemicelulosa y lignina (a parte de otros componentes minoritarios). La hemicelulosa se encuentra a lo largo de la madera, actuando como unión de las fibras, y con el paso del tiempo (siempre después de que la madera haya sido cortada claro) se va evaporando.
A medida que se evapora, la madera va perdiendo peso, pero mantiene su rigidez. Al mantener su estructura y ser más ligera adquiere mayor libertad a la hora de vibrar, por lo que algunas frecuencias que antes estaban más amortiguadas pasan a resonar más, y en conjunto la madera suena más.
Por otro lado, una vez el árbol ha sido cortado, la savia deja de viajar por el tronco y con el tiempo empieza a cristalizar, lo que contribuye también a dar rigidez a la madera y a mejorar sus capacidades acústicas.
A este cúmulo de procesos, se suma el hecho que la lignina también va modificando la estructura inicial de la madera al ir degradándose cuando está expuesta a la luz solar. A menudo identificamos “la edad” de una guitarra a primera vista, por el color de la madera, el abeto, por ejemplo, en las guitarras nuevas es de color blanco y con el tiempo va adquiriendo un tono amarillento, casi naranja, y acaba siendo marrón (aunque aquí influyen también los barnices usados).
Pero, ¿Se puede conseguir este efecto de una manera artificial?
Hay fabricantes de guitarras que usan un proceso de tratado de las maderas llamado torrefacción. Usan hornos de secado para alojar la madera y secarla a niveles muy bajos de humedad, la “cocinan” a temperaturas altas controlando el oxígeno para que la temperatura y ausencia de humedad ayuden a la evaporación de la hemicelulosa y a la cristalización de la savia más rápidamente, digamos que no se consigue de manera artificial, si no que se deja la madera en unas condiciones para favorecer el proceso natural, para, “darle un empujoncito”.
Los constructores de guitarras llevan toda la vida tratando de encontrar maneras de acelerar el proceso de la naturaleza y conseguir las maderas con mejores capacidades acústicas, sin tener que envejecer junto a ellas. Dicen que el maestro Antonio de Torres ponía sus maderas al Sol de Almería para “favorecer” el proceso, pero en caso de ser cierto, esto solo ayudaría a la degradación de la lignina.
A falta de un “catalizador” definitivo capaz de producir la cristalización de la savia, la evaporación de la hemicelulosa y la degradación de la lignina, tendremos que seguir centrándonos en la humedad para acortar el tiempo de espera, para tratar de reducir el camino.
No debemos olvidar que la madera no deja de ser un material orgánico, que se aclimata y adapta a su entorno, a la temperatura y a la humedad (aún después de cortada). Si en el taller hay mucha humedad la madera se hincha o dilata, si hay poca humedad, se encoje o contrae, de hecho, este es el principal motivo por el que la madera de tu guitarra se puede rajar. Si la guitarra se encoló o montó en un entorno húmedo y tu guitarra está en una zona muy seca, la madera se contrae (de manera natural) pero al encontrarse ya ensamblada y anclada por los lados, la madera no está libre, y se cruje al contraerse, apareciendo rajas en el fondo o en la tapa.
Digamos que la humedad es dinámica, la madera puede tener más o menos, subir o bajar, pero los procesos de envejecimiento y cristalización son solo en un sentido.
Habría que comparar que es mejor para el sonido, una madera cortada hace 30 años, pero a la que no se ha controlado la humedad ni la temperatura, o una madera de 10 años curada en hornos y con control total de humedad y temperatura.
Por último, solo añadir que no será lo mismo una guitarra de 15 años que haya estado tocada todos los días, que la misma guitarra 15 años, en el mismo sitio y condiciones, pero sin ser tocada, los procesos de cristalización natural podrán ser los mismos, pero la guitarra tocada durante 15 años sonará mucho mejor que la otra, ¿por qué? Eso para otro día.
Y vosotros, ¿habéis notado diferencias en vuestra guitarra con el paso del tiempo? ¿habéis tenido problemas de humedad que hayan afectado a vuestra guitarra?
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